¡AL ESTADIO, AL ESTADIO!

¡AL ESTADIO, AL ESTADIO!

Valenzuela Moraga, Ignacio

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Echar abajo un cerro para construir un estadio, tirar semillas y encomendarse al santísimo para que brote pasto en el desierto más seco del mundo o moler toneladas de conchas de mariscos para que el drenaje sea perfecto, son parte de las historias que se detallan en este libro. Íconos arquitectónicos en varias ciudades y motivo de orgullo para los hinchas que los consideran su segundo hogar, los estadios están llenos de vida y anécdotas.
Ninguno fue habilitado con la celeridad que estos tiempos suponen. Empresas constructoras que quebraron durante las obras, errores de cálculo para diseñar las tribunas, vecinos que no querían fútbol cerca de sus casas e innumerables trabas burocráticas han hecho de la inauguración de estos recintos, verdaderas proezas.
Sus nombres recuerdan a futbolistas, dirigentes, alcaldes o mecenas y en ellos no solo se han jugado partidos de antología, sino también se han desarrollado espectáculos de todo tipo.
De eso se trata ¡Al Estadio, Al Estadio! De admitir que cada uno aporta una historia única que ha acompañado a los clubes, en sus buenas y malas rachas, que mantienen vivo el nombre de personas que amaban el deporte y que en alguna medida se asemejan a una casa común y corriente: Se construyeron, se inauguraron, se agrandaron, se pintaron y se disfrutaron de generación en generación.
Jugadores, entrenadores, historiadores, periodistas, dirigentes, hinchas, vecinos, políticos y amantes de la pelota aportan con su visión a la historia e historias de 31 estadios de nuestro país. Echar abajo un cerro para construir un estadio, tirar semillas y encomendarse al santísimo para que brote pasto en el desierto más seco del mundo o moler toneladas de conchas de mariscos para que el drenaje sea perfecto, son parte de las historias que se detallan en este libro. Íconos arquitectónicos en varias ciudades y motivo de orgullo para los hinchas que los consideran su segundo hogar, los estadios están llenos de vida y anécdotas.
Ninguno fue habilitado con la celeridad que estos tiempos suponen. Empresas constructoras que quebraron durante las obras, errores de cálculo para diseñar las tribunas, vecinos que no querían fútbol cerca de sus casas e innumerables trabas burocráticas han hecho de la inauguración de estos recintos, verdaderas proezas.
Sus nombres recuerdan a futbolistas, dirigentes, alcaldes o mecenas y en ellos no solo se han jugado partidos de antología, sino también se han desarrollado espectáculos de todo tipo.
De eso se trata ¡Al Estadio, Al Estadio! De admitir que cada uno aporta una historia única que ha acompañado a los clubes, en sus buenas y malas rachas, que mantienen vivo el nombre de personas que amaban el deporte y que en alguna medida se asemejan a una casa común y corriente: Se construyeron, se inauguraron, se agrandaron, se pintaron y se disfrutaron de generación en generación.
Jugadores, entrenadores, historiadores, periodistas, dirigentes, hinchas, vecinos, políticos y amantes de la pelota aportan con su visión a la historia e historias de 31 estadios de nuestro país.



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