Domicilio en llamas
Hay un mundo que deambula por una órbita terrible. Hay un planeta desolado y a la vez invadido por ese mar de gente consumida por el sistema. Hay un mundo que aterra, que enerva las pasiones y somete, satura y maltrata. Ese mundo no es distópico. Ese planeta no es ucrónico. Es una realidad que existe en el tiempo y que anula a la sociedad amable, al universo limpio, al mundo solidario. Ese planeta lo vivimos a diario y también aparece como ente antagónico, como campo de batalla en DOMICILIO EN LLAMAS de Javier Peralta Rojas. Hay un mundo que deambula por una órbita terrible. Hay un planeta desolado y a la vez invadido por ese mar de gente consumida por el sistema. Hay un mundo que aterra, que enerva las pasiones y somete, satura y maltrata. Ese mundo no es distópico. Ese planeta no es ucrónico. Es una realidad que existe en el tiempo y que anula a la sociedad amable, al universo limpio, al mundo solidario. Ese planeta lo vivimos a diario y también aparece como ente antagónico, como campo de batalla en DOMICILIO EN LLAMAS de Javier Peralta Rojas.